Feliz día de San Valentín

¡Corre, corre, pero dale cholísima!, creo que buscaré mi goma Nata y me borraré del mapa el 14 de febrero. Cero compliques, cero exageraciones, pero en serio no quiero estar aquí. Pareciera que a cualquier gesto de cariño ageno se motivan los receptores y el impulso llega al cerebro, provocando un dolor justo en el pecho, probablemente como para somatizar el vacío de la soledad. No creo que el dolor venga del corazón, a menos que esté propensa a sufrir un infarto.

Llegará el día del amor agape, que no pide nada a cambio, un sentimiento de entrega, que no razona cuando no es correspondido, cuando es algo individual. Quizás no quiera ser arrebatada por algo así, pero sí quiero ser secuestrada por un motivo, por algo, por la más mínima razón, por una ráfaga de viento que cambie mi aliento, mis suspiros, que me mueva, que me estremezca, que me lleve, que me traiga, que me haga saber que he sido flechada.

Cuesta tanto asimilar que eres inalcanzable, que no sé dónde parar cuando empiezo a correr, a huir, a alejarme. Y no puedo arriesgarme, o sí puedo, pero no quiero. Simplemente no me lanzo porque no quiero caer en un precipicio, en el que ese vacío me queme tanto que se me dificulte respirar. No sé si será por eso que ahora no salgo sin revisar que el inhalador esté en mi cartera, más que el asma, es aire, son suspiros, es sustancia en polvo que coloco en mi boca para que algo más entre a mis pulmones, para sentir que sí funciona, que todavía estoy aquí, que no me he esfumado en esta permanente ausencia.

Anna Nalick dice en una canción: "Breath, just breath", a veces siento que termino ahogándome en los suspiros, que se hacen eternos, que se hacen interminables y terminan desembocando en respiración entrecortada acompañadas de pequeñas gotas derramadas. Todavía en el túnel aparece una muy leve luz de esperanza que titila porque ha ido apagándose. Ojalá y cupido encienda la oscuridad, o mejor que le pida ayuda a Afrodita, cuantos más intervengan mejor, quizás así sí funcione. Quizás cerraré los ojos y allí estará, o quizás cuando los abra todo sea difuso, una simple imagen fantasmal que intenta alegrar la realidad.