martes, 23 de junio de 2009

Entre bolígrafos y papeles


El frío que se cuela de mi ventana abierta me recuerda que ha despertado el sereno nocturno. Entre el cantar de las luciérnagas y las pocas luces encendidas, la ciudad da un respiro. Las nubes de algodón decidieron cubrir las estrellas. El sonido de los carros paseando por la calle distrae a los sonámbulos que, como yo, prefieren contemplar extasiados la noche y sus intrigas.

Sintiendo el silencio de todos aquellos que están soñando, intento imaginar cómo sería mi vida contigo aquí. Pero la creatividad no es suficiente para pintar una ilusión de esa magnitud.

Lo cierto es que no estás, y en noches como ésta recuerdo tu ausencia. Eres esa presencia tácita, ese alguien omnisciente que todo lo sabe y que con pequeños detalles hace sentir ese calor humano que tanto extrañaban sentir los receptores de mi piel.

Balanceándome entre la agonía y la locura. Rogándole al cielo que quieras demostrarme todo tu sentimiento. Cerrando los ojos al tiempo que pienso que la estrella fugaz invisible escuchará mi pedido y lo hará realidad.

"Por favor existe", repito una y otra vez en mi mente para espantar cuanto antes las dudas. Sabiendo nada y sintiéndolo todo, extraño sentimiento que he sido capaz de mantener. Empiezo a saborear la soledad. Porque no puedo negar que llegará el día en que despierte sintiéndome sin tí. Aún no estoy preparada para condicionarme psicológicamente ante algo así.

Capaz tengas razón, por arte de magia debería aparecer alguien más. Esa punta del triángulo que desequilibre las cosas y me obligue a tomar una decisión, por más que no quiera hacerlo. Aunque sé que entre virtudes y defectos le compararé contigo. Es inevitable no hacerlo después de haberte conocido.

Tal vez también sea cierto que las cosas son más fáciles de decir cuando se escriben. El papel y el bolígrafo me conocen mejor que a nadie. Pídeles consejos para poder entenderme cuando yo misma me he perdido en el camino para descifrarme.

lunes, 1 de junio de 2009

Complaciendo a mi espectacular realidad


Martes de ocio, de reflexión. Martes nostálgicos. Llegó un nuevo martes. Día en el que intento convencerme de sobrevivir. Sobrevivir a las miradas canibalísticas que me recuerdan que soy como la dulce tentación que muchos quisieran tener de postre.

Cuesta deshacerse de las miradas prejuiciosas, cargadas también de envidia. El pasado sigue con su terquedad de firmar nuestro presente y trazar algunas pistas en el futuro.

Me balanceo entre la realidad y la fantasía. Pestañeo varias veces para verificar que estoy despierta. Y así voy sintiendo que estoy siendo arrastrada en un sendero de locura. Creo lo que es, pero tal vez no lo sea. Sólo sé que creo que en esta ilusión que ha invadido todos los ámbitos. Es una realidad demasiado benévola como para ser cierta. Allí voy, cargando a cuestas un saco inmenso de miedo.

Queriendo despertar sin cansancio. Queriendo diferenciar lo amargo de lo dulce. Voy paseando dentro de esta burbuja con esta sensación de que todo está a punto de terminar o de comenzar.

No me atrevo a dar un paso más. Ya quiero más de lo que creo poder querer. Los sueños me sumergen en este mundo irreal que ilustra a la perfección todo lo que quiero: estar contigo. Temo también que mi cariño se agote. Se ha vuelto inmenso y no tiene reservas para seguir avanzando.

Cambio locura apasionada por seguridad. Subasto ilusión para comprar confianza. Regalo alegría y serenidad para que me dejen pedacitos de una realidad preocupante y atocigante, la mía ha dejado de ser así. Se ha puesto cómoda al punto tal que no pienso molestarme. Para no complicarle las cosas, tampoco pienso decirle nada.