viernes, 20 de noviembre de 2009

Cansancio anti-gravedad


Las pupilas se esconden detrás de cada pestañeo pesado, al punto tal que ya no diviso mis ojos. Las acciones se congelan, las gotas de lluvia superaron la gravedad y se encuentran flotando en la nada. Allí, mientras traspaso el tiempo, me doy cuenta que nada se ha detenido. El ritmo es tan rápido que no me doy cuenta que me deja atrás.

Veo pantallas: letras, espacios, caracteres, letras, espacios, caracteres. Es lo que graba mi memoria visual entre las asignaciones, las noticias redactadas, las guías leídas y los trabajos de investigación. Las comidas son dietéticas, cada vez más comprimidas y en menores proporciones.

Un encierro, la soledad es el carcelero. Aunque no pida nada a cambio, me acribillan los dardos de esa sorpresa que te desgana. El tiempo para mí es indetenible pero nunca agotable. Quizás es que he sabido pelearle y manejarlo como goma elástica. Pero el tiempo que me dedican es un resorte, cada vez más corto, más retractable.

Los desvelos se alimentan de la fe en mi misma. Cuando esa confianza decide esconderse entre mis ojeras, me apoyo en la fe que otros tienen en mi. Bueno, cuando esos otros están. Cuando a esos otros no los ha secuestrado su día a su día, sus propios desvelos. Descansaré sabiendo que las horas no son suficientes. Despertaré sintiendo que nada ha cambiado, nada es diferente.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Crónica de un retraso anunciado


5:15 y apenas bajando las escaleras desde el último piso. Mientras camino hacia la parada voy dejando el rastro de las preocupaciones del trabajo, voy cambiando la mente hacia el modo universidad.

Gente y más gente, carros parados y los choferes matando el tiempo mientras esperan poder seguir su rumbo. Pensamientos rápidos que me permiten decidirme: me voy caminando.

6:07, un lamento cristalino desciende sobre el rostro pálido. Cabello amarrado, franela blanca salpicada de las gotas de lluvia. Uñas vinotinto y los pies llenos del agua sucia de los charcos que se acumulan. Perfumada con el humo que se agrupa en las calles. Con fragancia de lágrimas, sudor y resignación.

Se me cayó la esperanza pero era muy tarde para regresar a recogerla. Así que, desesperanzada, seguí los pasos rápidos pensando que mi retraso se venía llegar desde el momento que cerré la puerta de vidrio de la oficina.

6:43, llegué a la escuela. Esperaba ver una cara conocida para derrumbarme en llanto apenas saludara. No hay nadie, no hay tiempo.

11:31, le envío un mensaje que sé que no responderá. No he dormido, no he tenido tiempo. Mientras corrijo las páginas del semanario recuerdo que debo apurarme para que esté impreso para mañana. Las implacables manecillas en mi contra.

No puedo conseguirme a mis amigos, no puedo sentarme a tomar un café. Duermo por pocas horas, no hay tiempo. No descanso, como mi almuerzo apurada (si es que almuerzo como debe ser), camino sabiendo que ya voy atrasada. No hay tiempo para vivir.

Ya no digo cómo me siento, ya me guardo las cosas que me pasan. Lo último que quiero es contagiarle la epidemia a alguien más. Creo que me quieren, pero no tengo tiempo para sentirme querida. Crueles, fríos y despreocupados, así son los minutos.

En cada parpadeo se me van los segundos, en cada pensamiento se me van las ganas. No he hablado, no hemos hablado. Escribo pero no tiene caso. Ya pasaron más instantes, ya no los podré recuperar. Dormiré menos, otro retraso anunciado. Me quejo, no mejoro, no hay tiempo...


miércoles, 28 de octubre de 2009

Soñaré otra realidad


Ese tono en nuestra voz que delata las mentiras, esa manera de decir: “Estoy bien. No pasa nada”. Una oración que acalla en los espacios entre las palabras nuestros gritos de ayuda.

Dando tumbos, buscando algo que hace tiempo se me perdió. La pregunta que he querido dejar sin contestar: “¿Quién soy?”. Sé bien qué rellenar en las líneas que me dan para responder, pero quiero ser más.

Quiero ser la que se levanta y agradece al cielo por un rayito de luz. Quiero ser la que canta mientras se cepilla los dientes. Quiero ser aquella que una vez, sacudía el cabello al ritmo de la música. Quiero sentir que estoy completa.

Pero…no lo estoy. Algo no está bien. Mi modelo salió defectuoso. No he conseguido los repuestos. Y la energía que necesito se la pedí prestada a alegría. Alegría, que ya no sonríe. Alegría que ya no salta en los pasillos. Alegría, que se fue.

Hundida en mi propio vicio. Me despierto haciendo lo que encabeza mi lista de “No quiero”. Ya el botón de retroceder se dañó y estoy aquí, encerrada. Atrapada en un presente que es mío, un presente que no quiero.

¿Quién es que recibe las quejas? Si no fue culpa del pasado, más inocente aún es el futuro. Estoy jodida. Iré a dormir y espero despertarme y seguir soñando. Espero soñar que no tengo que hacer lo que haré mañana.

domingo, 4 de octubre de 2009

La esencia en una fotografía




Una fotografía. Una de esas que dicen que me quitó un poco de mi esencia, si es que quedaba alguna. Las pupilas que aparecen siempre brillantes, ya ni se reflejan en el espejo. Apagada, no hay hertz suficientes para prender la bombilla.

¿Quién oiría quejas de alguien que calla? Me quejo con silencio, como quien padece pero no habla. Trago con la saliva lo que tengo en la punta de la lengua, no puedo dejar salir mi agotamiento porque nadie sabrá qué hacer con él.

La esencia, los suspiros que contienen ese aire comprimido de gritos, las no sonrisas. Quiero salir y no veo rastro para llegar afuera. Quiero irme hacia donde estás, pero sería pedirle a un árbol que desentierre sus raíces y se mueva solo.

Sería salir corriendo, huyendo de los huídos, huyendo de los que no se atreven a huir para terminar siendo yo la cobarde. Quiero irme a conocer un mundo de personas interesantes que sean suficientemente originales para intentar ser sabios, así no lo sean.

Quiero café, del que huele a recién colado y está caliente. Quiero tomarlo con calma, no soplar para que se enfríe y apresurarlo a que pierda su esencia. Porque a cuenta de que estoy perdiendo la mía, no puedo venir a tomar prestada nuevas esencias de otras cosas.

Te quiero y es tanto que no lo entiendo. Me he vuelto callada, como quien sufre de heridas internas. Te quiero y no puedo contenerlo. Te quiero y no puedo susurrártelo de cerca.

¿Estabilidad? Eso dicen los inestables para sentir que están pisando firme. Mi seguridad quedó enterrada en algún cementerio olvidado. Mi equilibrio dejó de ser equilibrado para irse a los extremos, para vivir de los altísimos y los hiper bajos.

Quiero irme mientras la fotografía no se ha robado toda mi esencia. Quiero irme a donde no conozcan mis miradas reservadas. Quiero irme a donde exista lo imposible. Quiero irme...sin dejar rastro, donde los respiros inhalen tranquilidad y no desconsuelo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

El regreso sin salir del aeropuerto


"¡Gracias por volar con nosotros!", eso fue lo último que escuché. Aterricé pero no conseguí la puerta de desembarque. En mi demora, me perdí por el aeropuerto. Todavía no he llegado a la sección de reclamo de equipaje.

Me llamó la atención ver a un señor que parecía estar buscando a alguien. Caminaba por las interminables puertas corredizas que recibían a los pasajeros. Sostenía un cartel, que logré leer con dificultad. En letras de molde negras estaba escrito "Mujer Maravilla". Percibí con curiosidad que me seguía en mi recorrido sin rumbo.

Me detuve con mi pesado bolso de mano y le pregunte: "Disculpe, tengo la impresión de que me está persiguiendo. ¿A quién busca?". Traté de ser lo más educada posible, pero la sonrisa que me devolvió me produjo escalofríos. Se congeló por un rato haciendo la mueca y me respondió: "Estoy esperando por usted. Pienso regresarla a su cotidianidad".

Allí pensé rápido y me dije mentalmente, "o salgo corriendo ahora o no me salvaré". Con el cansancio en los músculos que mantuve en posición tensa mientras viajaba de un lugar a otro, corrí lo más rápido que tuve. Y mientras veía atrás, observé cómo el hombre se sentó tranquilamente con la misma sonrisa frívola.

La realidad se sentó pasivamente a esperarme. Pero yo no quería regresar. Ese cartel que no sale de mi cabeza. Qué absurdo ser perfeccionista sabiendo que la perfección no existe. La etiqueta está allí: "mujer maravilla". Ja! Patético caso diría el conductor del programa "Ocurrió Así".

Y sigo compitiéndome, sigo creyendo que puedo cargar con todo el peso del mundo. Sigo auto-convenciéndome de que todo estará bien. Busco en vano el mostrador para adquirir un boleto de regreso. Atrapada por voluntad propia en el aeropuerto. No quiero salir. No me obligen a salir.

sábado, 8 de agosto de 2009

¿Qué título pondrías?

Allí están otra vez los pequeños semicírculos morados. Allí está de nuevo esa mirada apagada que refleja la inestabilidad del clima. Ayer llovió, lo recuerdo claramente. La neblina quiso envolverme a mí también, y persuasivamente logró permear mi visibilidad hasta que caí dormida.

Aún luchando por despertar, oía las gotas caer. Sentía cómo mis preocupaciones golpeaban el suelo al ritmo del agua. Escuché el silencio, ese sonido que sólo trae la lluvia. Pensé en él y quise abrir los ojos, pero no luché y permanecí inmóvil.

El brassier azul tirado sobre el cubre cama, la ropa lavada y seca que aún no he colgado en el clóset, los zarcillos sobre la peinadora. Es evidente que en el cuarto estuvo Soledad, coqueta y original. El celular yace entre las almohadas, sin aviso de haber recibido algún mensaje.

Felizmente sola, o más bien, ¿resignadamente sin compañía? No duele, no afecta y no desanima. El vacío se habrá llenado con comida o con simples palabras que por sílabas ocupan un espacio en el buzón. Las gotas protestan ante lo que voy pensando y me piden que a su compás me levante a escribir.

Me rehúso nuevamente a dejar interrumpir el sueño cargado de interrogantes. No escribiré porque la belleza es aquello que es placentero a los sentidos y ya las frases que describen cómo me siento dejaron de ser atractivas. El atractivo es ahora el look cansado que porto con frescura.

Temporada en la que uso el cabello sin peinar, poco maquillaje y mucha sonrisa. Apariencia natural, no del todo bella, pero sí para él. Allí es cuando no entiendo por qué trago grueso para decirle lo que siento. Por eso tampoco escribo, porque aunque lo haga y él lo lea, no podrá entenderlo. Más bien, no podrá entenderme.

Alguien me preguntó una vez, “¿es tan difícil decir te quiero?”. En su momento respondí que no, pero veo que ahora necesito un curso para confesar en el anonimato que me parece poco necesario decirlo. ¿Cuánto vale un te quiero? ¿Una mirada, un abrazo, una noche compartida a distancia?

No podré medirlo, así como tampoco puedo medir lo que siento. Hechos, tangibles y hasta risueños de dejarse comprobar. Sólo eso valida un te quiero.

La neblina no ha querido disiparse. La mirada entrecerrada de ella, la que escribe, tampoco. Por hoy el cielo ganó, sólo por hoy se salió con la suya.

martes, 23 de junio de 2009

Entre bolígrafos y papeles


El frío que se cuela de mi ventana abierta me recuerda que ha despertado el sereno nocturno. Entre el cantar de las luciérnagas y las pocas luces encendidas, la ciudad da un respiro. Las nubes de algodón decidieron cubrir las estrellas. El sonido de los carros paseando por la calle distrae a los sonámbulos que, como yo, prefieren contemplar extasiados la noche y sus intrigas.

Sintiendo el silencio de todos aquellos que están soñando, intento imaginar cómo sería mi vida contigo aquí. Pero la creatividad no es suficiente para pintar una ilusión de esa magnitud.

Lo cierto es que no estás, y en noches como ésta recuerdo tu ausencia. Eres esa presencia tácita, ese alguien omnisciente que todo lo sabe y que con pequeños detalles hace sentir ese calor humano que tanto extrañaban sentir los receptores de mi piel.

Balanceándome entre la agonía y la locura. Rogándole al cielo que quieras demostrarme todo tu sentimiento. Cerrando los ojos al tiempo que pienso que la estrella fugaz invisible escuchará mi pedido y lo hará realidad.

"Por favor existe", repito una y otra vez en mi mente para espantar cuanto antes las dudas. Sabiendo nada y sintiéndolo todo, extraño sentimiento que he sido capaz de mantener. Empiezo a saborear la soledad. Porque no puedo negar que llegará el día en que despierte sintiéndome sin tí. Aún no estoy preparada para condicionarme psicológicamente ante algo así.

Capaz tengas razón, por arte de magia debería aparecer alguien más. Esa punta del triángulo que desequilibre las cosas y me obligue a tomar una decisión, por más que no quiera hacerlo. Aunque sé que entre virtudes y defectos le compararé contigo. Es inevitable no hacerlo después de haberte conocido.

Tal vez también sea cierto que las cosas son más fáciles de decir cuando se escriben. El papel y el bolígrafo me conocen mejor que a nadie. Pídeles consejos para poder entenderme cuando yo misma me he perdido en el camino para descifrarme.

lunes, 1 de junio de 2009

Complaciendo a mi espectacular realidad


Martes de ocio, de reflexión. Martes nostálgicos. Llegó un nuevo martes. Día en el que intento convencerme de sobrevivir. Sobrevivir a las miradas canibalísticas que me recuerdan que soy como la dulce tentación que muchos quisieran tener de postre.

Cuesta deshacerse de las miradas prejuiciosas, cargadas también de envidia. El pasado sigue con su terquedad de firmar nuestro presente y trazar algunas pistas en el futuro.

Me balanceo entre la realidad y la fantasía. Pestañeo varias veces para verificar que estoy despierta. Y así voy sintiendo que estoy siendo arrastrada en un sendero de locura. Creo lo que es, pero tal vez no lo sea. Sólo sé que creo que en esta ilusión que ha invadido todos los ámbitos. Es una realidad demasiado benévola como para ser cierta. Allí voy, cargando a cuestas un saco inmenso de miedo.

Queriendo despertar sin cansancio. Queriendo diferenciar lo amargo de lo dulce. Voy paseando dentro de esta burbuja con esta sensación de que todo está a punto de terminar o de comenzar.

No me atrevo a dar un paso más. Ya quiero más de lo que creo poder querer. Los sueños me sumergen en este mundo irreal que ilustra a la perfección todo lo que quiero: estar contigo. Temo también que mi cariño se agote. Se ha vuelto inmenso y no tiene reservas para seguir avanzando.

Cambio locura apasionada por seguridad. Subasto ilusión para comprar confianza. Regalo alegría y serenidad para que me dejen pedacitos de una realidad preocupante y atocigante, la mía ha dejado de ser así. Se ha puesto cómoda al punto tal que no pienso molestarme. Para no complicarle las cosas, tampoco pienso decirle nada.

martes, 5 de mayo de 2009

Al inconforme ser humano


El frío decidió contarme los secretos de aquellos a quienes hace temblar. Así supe que la calidez humana no se borra tan fácilmente.

Con la piel de gallina, me sorprendió saber que todos padecemos y disfrutamos de las jugadas de la vida. La incertidumbre es lo que llena todos los espacios públicos.

Sabemos del amor, a pesar de no habernos estremecido con la presencia de alguien. Simples conocedores y desconocedores de una realidad que nos envuelve.

Esperanzas que acompañan el recorrido mañanero. Porque poco se necesita para saber de baile, pero mucho para hacer de los pasos una coreografía de emociones.

Quejas que terminan convirtíendose en chistes sarcásticos. Todo lo que tenemos, y aún así, queremos lo que no nos hace falta. ¿Irónico? Sí, pero también muy cierto.

No hay de qué preocuparse, llenaremos nuestros rincones de momentos gratos. Veremos qué nueva estampilla colocaré hoy en el muro de mis experiencias.

Por la alegría de vivir


Desde aquí escucho sus voces, ¿les oyes? Pasos que van rozando las baldosas del piso. Así vienen y así se van. Y en un abrir y cerrar de ojos todo es distinto.

Se ha ido borrando el reflejo de tu recuerdo en el espejo. Tus ausencias ya no me dan frío. En tu lugar, ese espacio que nunca terminaste de ocupar, ha llegado alguien que lo ha acaparado todo.

Y sí, lo acepto, a veces me pregunto por qué estas cosas sólo me pasan a mí. Mi respuesta: es la canela, el toque dulce y distinto que baña mi vida. Es el café que a media tarde atrapa el sabor de las gotas de lluvia.

Tiempo nublado, prueba de no saber qué me depara el mañana. Impredecible, palabra que conjuga miedos y emoción. Los segundos quedaron atrapados y me congelo en esta sensación de plenitud.

Mentira no es, de ilusiones también se vive. De la nostalgia que regala la distancia se tienen los mejores versos. Antes que lo racional me castigue, prefiero despertar sabiendo que el día tiene momentos emocionantes por regalarme.

Extrañaba ésto, palpar con la yema de mis dedos el azúcar que me envuelve. No sabía que saberse empalagoso era tan bueno.

Por mi alegría, por los suspiros cortos y repetidos, por lo que es y lo que ya dejó de ser, por la lluvia que resuena al compás de mi melodía, por los rayos de sol que se cuelan entre las nubes, por ti, por mí, por la vida.

jueves, 30 de abril de 2009

Sólo para decirte


Porque se dice lo que se siente. Dedicado a mi vido <3 jajajajaja ="D
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Escucho los primeros acordes de la guitarra. Y esta sensación de paz me va invadiendo, haciendo que cada músculo deje de contraerse. La música les dice que recuerden que hemos perdido las alas pero que aún podemos volar. Cierro los ojos porque creo que por esos instantes sí es posible que haya alguien indicado para mí.

Decisiones basadas en convicciones. Si a la final sabemos qué nos conviene, podemos decidirnos rápidamente. Pero, ¿por qué dejar que se nos acerque sólo lo correcto? De lo no tan correcto también se aprende, de los impulsos se alimenta la adrenalina. Por un momento puedo dejar que el corazón se acelere y pelee conmigo para salir corriendo.

Es lamentable no poder controlarlo todo, o al menos, no poder controlar lo que queremos. Quizás es que estaba destinado que te conociera, quizás es que tenías que haber llegado cuando las papilas gustativas estaban cansadas de probar tanta acidez.

No se me hace fácil escribir algo cuando es tan bonito, porque las palabras que pueda poner no explicarían suficientemente bien lo que siento. Gracias por iluminar el día, gracias por emocionarme con los detalles pequeños que tanto me encantan.

Sé que me restrinjo. Sé que sin aviso previo hago que te frenes cuando empiezas a disfrutar el viaje. Lo hago con intención porque no quiero que la travesía se nos haga pesada. Justo ahora, justo aquí, es mágico poder recordarte con los ojos abiertos. Duele la distancia, cuesta acallar los mandados del corazón que quiere ir a llamarte, pero por algo nos tocó así.

Gracias por ser ese alguien que me entiende o que al menos trata de hacerlo. Gracias por ser todo lo que esperaba en un chamo. Por encima de todo, gracias por aparecer, hubiese lamentado no conocer a alguien como tú.

sábado, 18 de abril de 2009

Credo


Creo en mis padres, fundadores de un hogar. Creo que todo ocurre por alguna razón, aunque a veces el motivo decida esconderse y permanecer en el anonimato. Creo que el azul del cielo es mágico, sobre todo cuando se deja matizar por la paleta de colores. Creo que sentarse en plaza cubierta tiene poderes curativos. He comprobado que tomar un café alivia las penas y ahoga los sufrimientos, al tiempo que se diluye el azúcar.


Creo que la amistad es uno de los mejores regalos que tenemos día a día. Creo que el chocolate y el helado reparan corazones rotos. Estoy segura de que no poder hacer una parada de mano. Creo que la música es la expresión de nuestro ser, sinfonías que se conjugan procreando sentimientos.


Creo en el sonido del viento, arrastrando consigo los recuerdos. Creo saber no estar del todo cuerda y además de ello, disfrutar al máximo mi locura. Estoy segura de no poder manejar una bicicleta, a menos que tenga rueditas de las pequeñas atrás.


Creo que bailando alineo mi ritmo con el movimiento del mundo, las ondulaciones espontáneas me devuelven alegría. Creo que reír es la mejor terapia y en una buena sesión se puede terminar literalmente drogado y feliz.


Creo en los besos cortos repetidos, que duran instantes fugaces y significan muchísimo. Creo firmemente en el amor como sentimiento, como palabra, como razón de ser. Pienso que soy más fuerte de lo que creo ser. Puedo perderme en el vasto manto azul oscuro, sobre todo si la noche regala también las estrellas.


Creo que los deseos se hacen realidad, sobre todo si cierras los ojos y haces tu pedido con mucha devoción. Sé que no canto nada bien. Me quejo de la soledad y disfruto plenamente estar sola la mayoría del tiempo. Creo que el tiempo es cruel, pero de vez en cuando tiene ataques de benevolencia y nos regala instantes irrecuperables.


Creo que las sonrisas son una de las mejores cosas gratis, sobre todo si recibimos una a cambio de la nuestra. Admiro los girasoles, que no se encandilan creciendo en dirección a los cálidos rayos del sol. Creo que con sólo una mirada se puede capturar toda la esencia de una persona. Creo que al llorar recuerdo que soy una de las chicas más sensibles que conozco, o creo conocer.

¡Qué mala leche!


Todos tenemos días de días, ¿no? Al menos eso creo, sólo que había olvidado cómo era levantarse de la cama con el pie izquierdo. La nubecita gris decidió fijarse en mí y perseguirme por todos lados. Quisiera contar con un lugar que sólo yo conociera y en el que fuera yo la única que pudiese refugiarse. Un lugar que no fueran los rincones de mi mente claro.

Debería ser un sitio en el medio de la nada, de esos puntitos en el mapa que ni nombre tienen. Llegaría allí y me sacudiría todos los pájaros de mal agüero. Y es que sinceramente, ¿se puede tener tan mala suerte? El carrito en el que me monté parece una orquesta sinfónica ambulante. Al tiempo que pisa todos los huecos en el asfalto, las ventanas mal colocadas resuenan quejumbrosas.

El bolígrafo común y corriente que uso para escribir desapareció en el mundo perdido de mi cartera. Mi polvo compacto se cansó de acariciar mi rostro y salió huyendo también. ¡Buena vaina, es un complot! No quiero escuchar las marginales frases onomatopéyicas: "¡Pssst!" y "Ssss Ssss", o aún peor, la más conocida de todas: "¡Mami, tu si estás bella!" Hoy todos los camioneros y mototaxistas se pusieron de acuerdo para joder un ratico.

Trato de suavizar el tumulto en mi frente, porque lo que falta es que por estar molesta se me marque la arruga en todo el centro de la cara. Mi alter ego no logra convencerme de relajarme. ¡Estoy ARRECHA pues! Y no, no es precisamente porque ando en mis días. Ni a eso puedo aferrarme para meter una buena excusa.

Pienso por enésima vez que tenía que haber tomado una siesta más larga. El mp3 en aleatorio y suena una de esas canciones, que por más pargo que suene, te recuerdan a él. Desearía llevar a cabo algún tipo de danza étnica o joropo (que incluya pisotear el piso, claro está) y acompañar los movimientos de gritos ahogados ("¡Sale coño e' m...Anda a fastidiarle la vida a alguien más!").

Mientras sigo considerando espantar a mis zamuros internos, caigo en cuenta que no he cambiado la canción. ¡Hay que ver que una es masoquista! Termino por tararear la letra, acompañando las notas con el dolor del puñal que seguía clavándome.

martes, 14 de abril de 2009

Nada es para siempre


Egoísmo, una de tantas de las flaquezas de la carne, más específicamente, una de tantas de mis debilidades humanas. No me justifico, pero como egoísta empedernida, tampoco tengo que darle explicaciones a nadie.

Sin darme cuenta, creo que el remedio ha llegado a mí antes de admitir que padezco de la enfermedad. Orgullosa al fin, no reconocería muchas cosas. Aunque sí tengo que dejar claro que últimamente he pensado que después de todo, quizá no sea tan egoísta.

Ya no me molesta compartir la luna contigo. Sería una calamidad de mi parte acapararla para mí sola. Lo que sí no comparto es mi soledad, porque ya me he acostumbrado a su roce y la tomo de la mano en mi caminar. Por ahora no duele, más bien, reconforta.

No puedo guardarte, por más que quiera hacerlo. Por eso dejo que vayas, aunque me cueste desprenderme. Porque si no te dejara ir, estaría limitándote. Estaría adueñándome de lo que eres y no es justo que otros no puedan admirarte.

Sí te pienso, no lo niego porque sería mentir. Estás en lo más mínimo, estás en los detalles que ni yo reconozco. Pero así he aprendido a tenerte, así he aprendido a aferrarme de a ratos.

¡Qué difícil entenderme! ¡Qué difícil comprenderte! Y qué divertido es creer inútilmente que alguno de los dos podrá descifrar al otro. Las ojeras se han vuelto accesorio indispensable para salir de casa, no me molesta que los ojos apagados saluden a todos al pasar.

Reflejada en el espejo recuerdo que te pensé en mi desvelo. Me río y sigo recogiendo los detalles, me los llevo a casa en una cesta. No dejo que escapen, porque ellos comprueban que hoy fue distinto al ayer. Me hacen ver que no sé de mi mañana, y a pesar de que me asuste no saberlo, es mejor así.

Porque hoy tal vez te quise, porque mañana quizá ya el sentimiento no sea tan fuerte. Te desvanecerás en un nuevo día, en el que la luna me saludará en su cuarto menguante. Allí, elegante y risueña me dirá con su sutil palidez que hoy he compartido contigo, que hoy te conocí y que nada es para siempre.

martes, 31 de marzo de 2009

Aquél día, este día, todos mis días...


Las puntadas en la frente me impedían seguir pensando. “Racional” y “Equilibrio”, dos palabras que continuaban atormentándome. Por más que las repitiera mentalmente, no lograba que se parecieran a mí. Iba sintiendo cómo mi imagen era el mejor antónimo para ambas expresiones.

Pero aquél día, unos números atrás en el calendario, desperté distinta. La tez blanca se contentó con los brochazos de colorete. Disimuladamente, todo adquirió armonía. Los pómulos eran para ese momento rosados y la alegría en mi sonrisa no se borraría ni con el transcurso de las horas.

Eso pensé ese día, cuando entre la brisa que acariciaba mis cabellos se me olvidó recordarte. Me alegró que por unos segundos se hubiese borrado su imagen, luego apareció nuevamente (era de esperarse), pero pude ver todo desde otro ángulo, como quien dice, “más fríamente”.

¿Creerle o no creerle? He allí mi gran dilema. Así fui deshojando la margarita hasta que de tantas dudas la dejé sin pétalos. Pero, ¿por qué dudar de esta realidad? A fin de cuentas ¿Qué es real? Somos nosotros quienes le conferimos sentido a las cosas, porque vivimos en el parapeto de un mundo absurdo.

Él es real, si saben de quien les hablo. Sus caricias frías siempre recorren progresivamente mi rostro y el de muchas otras. No me molesto en detenerle porque no quiero hacerle enojar. Los escalofríos se producen en honor a su nombre. Es el viento, que esparce las memorias entre los rincones.

Es el viento que se lleva su imagen y vuelve a golpearme con un recuerdo aún más vivo. Es el viento quien sabe cuándo le olvido y cuándo le pienso. Es el viento el que siente lo que yo padezco.

lunes, 16 de marzo de 2009

Se busca


¿Qué decir? ¿Qué NO hacer? ¿Cómo dejar pasar? ¿Cómo volver a ser lo que un día se fue? ¿Cómo comprender? Esos son los martirios por encima de todas las dudas que se encargan de inquietarme. Preguntas que se empeñan en tener respuestas, pero terminan siendo incomprendidas y desahuciadas. Luchan por no ser olvidadas y en su empeño logran aferrarse a mi mente, que trabaja más de lo que puede para seguir con las mismas interrogantes.

La inestabilidad es mi compañera de cuarto, es a ella a quien me aferro mientras emprendo el camino buscándome. Son tantas las flechas que quieren indicarme a dónde ir, que me confundo de ruta. Tantas las desviaciones que me he alejado de lo que soy.

Busco pistas que me ayuden a recuperar mi esencia, pero creo que no dejé ningún rastro porque sigo sin encontrar las señales que necesito. Termino por ser una de esas almas que deambulan con pasos que avanzan y retroceden. Todavía atrapo las miradas perdidas y las pego a mi vestido, para recordarme que ya dejé de ser vista o que tal vez, nunca me vieron.

La realidad pega tan duro que a veces es difícil sanar los moretones. Raspaduras que nos va haciendo el camino. Creo que el agua del río puede tener propiedades curativas, porque han sido tantas las caídas y aún no queda marca en mis rodillas.

Pegaré algunos volantes en las aceras y en los postes. Preguntaré a los vecinos si me han visto caminando con miradas perdidas de vestido. Agotaré todos los medios hasta que tú desistas y yo vuelva a ser quien era.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Puntos suspensivos


Punto, punto, punto. Con tantos significados. Pausas, respiros, descansos. Indican que permanezco detenida. Cuentan disimuladamente que da igual lo que digas o lo que hagas, da igual lo que sientas y lo que pienses. Sigo en parada. Movimiento cero, sin velocidad de aceleración.


Primavera: te pienso; Verano: te olvido entre el calor y las distracciones; Otoño: te recuerdo en las hojas naranjas que se despiden de los árboles; Invierno: te sueño, reapareces en medio del frío y el olor a canela, a hallaca, a regalos, a Navidad. Padezco el pasar de las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Dejo que me lleven y me indiquen que empieza de nuevo el ciclo, el círculo vicioso de revivirlo todo, de volver a imaginar cómo sería.


Una vez allí, todo es "simple", categorizando un poco el sentido de la palabra. No creo que nada sea realmente sencillo, aunque allí soy solo el pétalo de la rosa que se deja disecar. Ese pedacito que no quiere despojarse del rojo escarlata que tiene la flor, pero se sabe vencido porque tampoco tiene fuerzas suficientes para pelear.


No sé si estoy marchita, no sé si estoy regenerándome, no sé si ya fui disecada. No sé si las espinas sean más dolorosas que la imagen de tí que aparece por destellos. Sé que me nubla la visión el brillo y la luz con la que te muestras. Sé que termino mareada, perdiendo el sentido, perdiendo la orientación.


Espinas, pétalos y rosas. Estaciones, situaciones o ilusiones. Primavera, verano, otoño e invierno. Un conjunto de ideas abstractas, pero no del todo separadas. Todo se reduce a un sólo símbolo repetido tres veces. Todo lo que se dice y no se dice está en los puntos suspensivos. Uno se apoya al otro, uno desmiente y afirma lo del anterior; uno aclara, el otro oscurece y el tercero se confunde.


El primero habla, el segundo escucha y el último padece. Gritan cosas, lloran y disfrutan la espera, se congelan con la añoranza, ríen el desespero y saborean al misterio. Secretean que el mañana será igual que hoy, por más que trates de cambiar el ayer.

viernes, 6 de marzo de 2009

¡Olvídate de mí!



Sin heridas, sin suturas, sin sufrimiento. Aunque las ilusiones cada quien las vive a su manera, es mejor hacernos oídos sordos ante esas palabras que van directo hacia adentro, nos marcan, nos atan el uno al otro.

¡Olvídate de mí! Es más fácil de esta manera. No quiero que vivas esta montaña rusa de emociones, donde la adrenalina dura unos pocos segundos y las caídas acrecientan el vacío en el estómago.

Porque no te imagino conmigo. Son mundos distintos, ritmos de vida opuestos. Es mejor que tú no seas afectado y todo quede así. No creas que para mí ha sido fácil, ya has marcado esta etapa, estos escritos, estas palabras.

Un amor imposible, de ese que me inspiró para escribir las cartas. Bloqueo mi mente pero la imagen tuya derriba las barreras y despierto sabiendo que en sueños volviste a aparecer. ¿Divertido? Sí. Es emocionante sentir algo así. Sacudo los pies para que caigan al piso todas las chispas que me decoran mi aura.

¡Olvídate de mí! Mejor hazlo tú primero, yo trataré de asimilar la idea con el tiempo. No me pienses, no me sueñes, no me recuerdes. Pasaré sin dejar rastro, dejando que tus memorias sean otras.

Gracias por hacerme saber que existía una posibilidad, gracias por hacerme vivir el papel de las protagonistas de las películas. Gracias por fijarte en mí en medio de una inmensidad de gente y de opciones.

Sólo te pido eso, que me olvides, aunque pensándolo bien rezo para que me recuerdes. Espero poder verte a la distancia y conformarme con ser una simple espectadora de tu sonrisa. Por todo lo bueno y lo malo, por todo lo que quiero, por todo lo que vales y valgo, por lo imposible, por lo verdadero, ¡olvídate de mí!

P.D.: Pensado en el poema de Alexander Pope: "¡Olvídate de mí!"

"Marta, detente tres segundos y escúchame por favor". Ella, terca e impaciente, seguía caminando de un lado a otro. Eso fue lo que le dijo mi amiga a su amiga Marta. Lo que les contaré es lo que le pasó a ella, la verdad es que yo no la conozco pero por las conversaciones que he tenido con mi amiga estoy enterada de su situación.

Espacios vacíos en una vida en la que el tiempo a veces no es suficiente para hacer todo lo que ella quiere. ¿Cómo podría ser ésto posible? Joven y talentosa, de esas personas que se rodean de gente. Es ella, todos saben su nombre, por todos es tratada.

Marta guarda en secreto su impotencia, la va digeriendo con tragos secos de agua a lo largo del día. Le digo a mi amiga que lo más probable es que en el agua diluya calmantes, ella responde que conoce a la chama y no sería capaz de vivir así. Entendí a qué se refería porque no era la primera vez que hablábamos de Marta.

Pasos decididos y orientados por una brújula que apunta en la dirección hacia el norte. Preocupaciones que alebrestan la marea y le complican el recorrido. Las oleadas de dolor las deposita en una alcancía, las va callando, las va guardando. Según ella, las ahorra para poder inventirlas en algo que ni entiendo. Lo que sí va despilfarrando son las miradas distantes, las regala a rostros desconocidos que se topan con ella en el asfalto. ¡Qué desperdicio!

La asfixia es su más fiel acompañante. Es de su respiración agitada de quien se despide todas las noches. "Hasta mañana", murmura, como esperando a escuchar alguna respuesta. Disimula que no le pegan los malos tratos, pero no puede esconder las lágrimas que se atiborran en sus ojos y los hacen parecer de un tono aún más claro.

'Indiferencia', palabra de clasificación grave que ni siquiera gesticula por temor a los efectos que pueda causarle pronunciar el término de cinco sílabas. Eso sí, le adornan con comentarios de esos que se refieren a su jovialidad, a su frescura, a que no le ha tocado aún, a que no es el indicado, a que seguro padece de algun problema de vista aquél que no se de cuenta de lo que ella siente.

Por eso es que la admiro. Porque dentro de su complejidad, Marta es muy sencilla. Me impresiona cómo disfruta la vida día a día. A pesar de que en silencio se regañe a sí misma y en más de una oportunidad al día, sus sonrisas no son ensayadas.

No he tenido la oportunidad de hablarle, pero si ustedes logran verla háganle llegar mi mensaje. Me da pena confesarle algo así a mi amiga, pero aunque no conozco a Marta, siento que ya la quiero. Eso es lo más importante que deberían decirle, no lo olviden. A fin de cuentas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ¿no?

lunes, 2 de marzo de 2009

¿Cuál de todos es el que es?


1:14 a.m: "EL INNOMBRABLE"

Que aparece cuando una lo que menos quiere es recordar. Porque hablar con él te regresa en el tiempo y revive momentos que alguna vez fueron espectaculares, pero que terminaron siendo motivo de burla hasta para mí misma.
Critico eso que fui, quizá porque nunca vuelva a ser igual. Después del shock, tu consciencia te impide regresar y recordarlo todo, es el miedo, es también una manera de cerrarse al dolor y olvidar.

Tiempos que se empeñan en regresar y por terquedad y orgullo, no estoy dispuesta a que eso vuelva a ocurrir.

12:32 p.m.: "EL NO SÉ".

Porque de él no sé nada. Todo es depende, todo está sujeto a condiciones. Todo es suponer y pretender que las cosas son de una manera. Pero ya es demasiado con escribir, aun no he logrado desarrollar dotes de vidente y espero no lograrlo porque no quiero que me digan qué depara el futuro para mí. Prefiero ir escribiéndolo yo misma.

Si él no sabe, yo tampoco. Es sentirse en el trampolín, sin seguridad para saltar, sin la confianza para atreverse. Viene y va, a veces se intensifica, otras veces es más como refugiarse cada quien en su propio refugio. No le entiendo y creo que él tampoco intenta intenderme.

Sé lo que quiero pero no creo que debería explicarle algo así. Esperaba o espero que él lo adivine, pero no lo hará. Porque los "peros" son los que más se repite en sus oraciones.

2:31 p.m.: "EL QUE NO DEBERÍA SER"

No es amor, tampoco sé si es obsesión. Es la ilusión de creer que pudiera ser posible. Es vivir atada a una esperanza, creyendo que las obras de teatro y las películas pueden ser vividas por protagonistas reales.

Es el que no conviene, el que no sé para qué apareció.El que sí tiene los detalles, el que sabe cómo decir las cosas. Con todo y eso, sería mejor no escucharle porque es caer en el embriagamiento una vez más. Ya le persigo, aunque él no lo sepa.

Mi mente intenta mediar entre "el demonio y el angel". Esa parte de mí que dice que debería creerle. La otra que me hace dudar, sobre todo porque a fin de cuentas él no está conmigo.

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Y así se me van las horas, los días, los pensamientos. Las sinapsis en las neuronas se han multiplicado porque no paro de descifrar. De analizar lo que me han dicho, lo que han callado y lo que quisiera que me dijeran.

Te veré caer


Soledad tristemente acompañada,
sigilosa vigilante de cada amarga desilusión.
Me despojas de los anhelos que fui cosechando con el tiempo,
Apagas mis ojos y te apoderas de la única gota de brillo esperanza.

No ganarás esta vez,
porque aunque seas mi más desgraciada amiga
te has burlado de mí,
apoderándote de la inmensa marea de dones que quería ofrecer.

No podrás conmigo,
Porque aunque me has despojado de mi armadura,
Aun puedo observarlo todo y guardar eso que ni yo misma conozco
Para aquél que con valentía y coraje se atreva a tomar el riesgo.

Floreceré, has estado ciega si no has visto cómo me iluminan los rayos de alegría.
Confío en que te veré pidiendo disculpas
y por ser benévola sé que te perdonaré.
Aunque sigas allí, sólo eres una sombra que se estremece y padece de su misma agonía.

¿Hasta cuándo?


Notas, pensamientos, reclamos que voy rasgando en el papel. La ira, el irracionalismo y la dureza son las tres cosas que he optado por aplicarme a mí misma. Una batalla no armada, en la que un lado quiere defenderme y el otro hundirme.

Pero es que sigo engañándome y llego a una sencilla conclusión después de que me tildaran de 'malcriada'. ¿De qué puede servir el amor basado en falsas ilusiones? Andreina, grábate esa pregunta para hacer las cosas más simples. Al fin y al cabo, sentir algo así es sinónimo de cuestionamientos y sufrimientos que a veces son imperceptibles como los sueños que olvidamos, pero que siguen allí en nuestro inconsciente.

No vale ya de nada ser ilusa, es más bien un recordatorio para que cada vez que saboree el toque amargo de la desilusión recuerde no volver a caer. Aún así, sigo cometiendo el mismo error una y otra vez. Todavía tengo el descaro de decirme que no ha sido una equivocación, si no un aprendizaje. No sé si quiera estar dispuesta a aprender así.

El cansancio y el sueño se me han ido pensando en cómo hacer para olvidarle, en cómo hacer para convencerme de que él es parte de un mundo de fantasías. Invierto mis energías en aceptar que es un intruso que intenta invadir mi realidad supuestamente 'tranquila' y 'manejable'. Pero lucho contra mi terquedad porque no lo acepto, porque aún no termino de aprender, porque aún se roba mis horas de descanso, porque aún pienso en él.

viernes, 20 de febrero de 2009

¿Quién me dice qué me pasa?


¿Será cierto? Caminando, abstraída como siempre, hago la matemática y sigo sin descifrar si es verdad que uno y uno es igual a tres. No me tilden de loca, vamos a estar claros que así estudien Ingeniería les queda la espinita de saber si existe ese tercero. A fin de cuentas, sigo recorriendo los cráteres de mi planeta porque para estas alturas no me encuentro ya en la Tierra.

Luego me pregunto por qué debiera de importarme el resultado de la suma. Si a esas vamos, yo no soy ni la primera, ni la segunda, ni la tercera de la ecuación. Jajajaja, ¡Qué cosas! Al rato mi mente vuela tratando de comprobar algo que me dijo alguien, algo que no me olvidará. Decía que tenía el don de escribir todo lo siento y era un regalo. Me quedé revoloteando sobre esa afirmación. La verdad es que a veces no sé si sea de ayuda. Ahora me la paso con un bolígrafo escribiendo donde pueda, donde sea. La agenda se está haciendo cada vez más profunda e indescifrable, y eso que por día solo caben unas 4 ó 5 oraciones.

No puede ser. ¿Será posible? El miedito acelera mi corazón al tiempo que se me ocurre pensar que estoy ilusionada. Diosito, ¿hasta cuándo hombre? Te pido todas las noches que trates de mandarme a ese alguien, al “elegido”, no que me mates a punta de ilusiones. Pero lamento confesarles, que ni siquiera puedo darles el nombre del susodicho porque ni yo sé de quién se trata. Antes de proseguir, les pido suma comprensión y sutileza si quieren volverme a decir que necesito terapia. Lo confieso, ya he asistido a dos y aún no me han recetado pastillitas para recuperar los tornillos.

Retomando, capaz sí se me vienen dos nombres a la cabeza pero no puedo asegurar que de verdad ya me estén haciendo sentir maripositas en el estómago. A todas estas, quizás estoy enamorada de un ‘sin nombre’. Me despierto sintiendo que ya han transcurrido muchas horas y no he podido brindarle al mundo una nueva sonrisa. Todo lo hago feliz, teniendo una extraña sensación de que estoy donde debería estar. Quiero usar colores pasteles, rojos fuertes y si no me voy por el blanco, ese que da paz, que te ilumina sea de noche o de día.

Quiero internarme a ver películas. A sentir cada una de esas historias. Ahora escribo cartas y vivo uno a uno cada párrafo. Porque aunque no estén dirigidas, ya he vivido esas anécdotas o al menos he soñado poder tenerlas. Los amores seguirán siendo no correspondidos, más bien, disimulados de mi parte. No trataré de aclarar las dudas porque no creo que tenga sentido hacer algo así. Me quedo con lo bonito, me quedo con lo verdadero. Quiero guardarme a mí misma en este momento. Quiero guardar las expresiones de las personas que me ven recorrer el pasillo con cara de tonta.

Ni me importa si hay o no hay vuelta atrás. Igual no estoy segura de qué me pasa. Sólo cierro los ojos; oigo la mañana, la tarde, la noche; canto sola. Camino dejando huellas aunque el ritmo sea más pausado. Un cosquilleo invade los brazos, mi cabello, la espalda y el cuello.

jueves, 22 de enero de 2009

Enero



Enero va quedando atrás y a medida que pasan los días, va haciendo estragos. Si existe el "Diario de una Pasión", ¿por qué ocultar mi diario? Les aseguro no es tan sutil ni romántico, pero habrá otro mes con anécdotas mejores, ¿no? Al menos, todavía guardo esa esperanza.

Los días no tienen misericordia. Los minutos me van dejando cruelmente atrás. No hay espacio para determe en la ventana y quedarme allí contemplando. No hay tiempo para observar ni para detenerse un rato a ver qué camino hemos tomado o iremos a tomar.


Miércoles 7

A veces, sólo a veces…Siento que no me alcanzará el tiempo. Que veré mi silueta alejarse y no podré detenerla. A veces, sólo a veces…Creo que me ganará el miedo. Entre las preocupaciones y las intrigas, entre las quejas y los lamentos sin sentido. A veces, muchas veces…No estoy aquí.


Domingo 11

Sólo recuerdo los puntos negros, recostar la cabeza en el mueble y cerrar los párpados. Recuerdo el ruido de mis pulmones intentando vencer al grito ahogado, intentando liberarse. Recuerdo saborear las lágrimas, que una a una no dejaban de caer. Todavía recuerdo mi desesperación, mi angustia.


Lunes 12

Cansancio. Desmotivación. Tanto por hacer. Los párpados se cierran. Puede más el cansancio pero aún me niego a apagar la luz de la luna y darle entrada a una nueva mañana.


Martes 13

Cuando el sudor deja la piel brillante se siente una delgada capa de grasa que cubre el rostro. Colas interminables. Miradas de esas que preferirías evadir. Asqueada. A punto de chocar contra las baldosas del suelo. Capaz ni me moleste en levantarme y quede rendida allí, en el descanso donde no existen tensiones, responsabilidades u ocupaciones.


Miércoles 21

La monotomía me encierra. Las horas pasan entre los lugares. Sitios que frecuento que terminan por cohesionarse en un solo cuarto oscuro. De la oscuridad no puedo escapar. No veo nada, pero pienso en todo. Recuerdo el ayer y me pregunto cómo las personas no recuerdan las heridas que hicieron, cómo olvidan los daños causados. Luego, me centro en el presente. Quisiera que mis pensamientos no volaran tanto. Desearía ser menos preocupada. Capaz es leve mi locura, sólo el loquero lo dirá. Mientras tanto, sólo intento fugarme para encender una luz que se lleve esta negrura. Mientras tanto, sigo igual.