lunes, 29 de marzo de 2010

Dos realidades


Mundos opuestos, paralelos, y aún así, ambos reales. No puedo evitar confundirme. Días de reflexión sobre lo que tengo. Mis quejas son absurdas cuando compartes con personas que ni salud tienen. Lo más increíble es que todavía agradecen los favores de Dios. Entrego los pocas pastillitas de esperanza que me quedan. Les regalo sonrisas genuinas.

Y por dentro espero, espero que aparezca. Y a pesar de estar distraída, siento la lentitud del tiempo. Porque con él es con quien quiero compartir lo que estoy haciendo. Y esas ganas se ven ahorcadas.

Situaciones en las que no somos culpables. No quiero asfixiarlo, sobre todo con tanto aire contaminado para respirar. No sé hasta dónde puede llegar mi comprensión. No sé por qué me molesta tanto. No sé qué es lo que me molesta.

Tristeza que tiene marca de calidad desde su nacimiento. Es de esas tristezas resteadas, instaladas en ese sitio del que no piensan salir. Desilusión, ya el tiempo y la atención no son iguales. No sé. Sí sé. No quiero saber.

domingo, 28 de marzo de 2010

Time traveler


Viajero en el tiempo, si pudieses volver a los instantes recordados en el pasado, ¿qué harías? Seguramente cambiarías algo. Y si por cosas de la vida no tuvieses la capacidad de modificar el curso de las cosas, ¿a qué momento exacto retrocederías para refrescar los pensamientos olvidados?

Si yo pudiese, haría que los minutos tuviesen más segundos. Eso garantizaría que no quede en ese estado, el de ‘sólo querer hablar contigo’. Viajaría a otras situaciones para saber cómo reaccioné y compararía los impulsos y decisiones drásticas con el detenimiento actual.

Al reflexionar sobre la condición de uno y las relaciones interpersonales, reafirmo mi personalidad egoísta. Si pienso y luego actúo, me condeno a ser inconforme. Es cierto, nunca he llegado a sentir que es suficiente con algo. Mis barreras no son medibles en centímetros, ni cuadrados ni cúbicos.

Hoy agradezco las horas que confundo con segundos, no rinden cuando quiero hablarte. Hoy, al igual que ayer, vivo extrañándote. No reclamo, no eres responsable. Si pensara con la mente en frío y alejara -voluntariamente- al corazón, quizás no me hicieras tanta falta.

Estamos claros, ya sabemos que no sirvo para hacerme la distraída. No funcionan las ocupaciones, nada cambia. No te exijo, no me siento con la moral para hacerlo. No te pido más, porque en esa pausa mental que hago sé que estás dando todo lo que puedes.

Y sí, de a momentos quiero alejarme a estar sola. Estando yo, no tengo que tomar decisiones, no tengo que estudiar las variables de la ecuación. Sí, a veces me provoca no hablarte. Al callarme, el vacío se traga las palabras y tu no te enteras de las batallas internas que patrocino.

No puedo viajar en el tiempo. Quisiera ser la que espera a que retornes de tu aventura en el pasado. Pero este instante es presente y no sirve de nada querer revivir el pasado, ya pasó y yo sigo en las mismas. Más allá de los planes temporales, más allá de las aspiraciones fantasiosas, más allá de todo, no sé qué hacer conmigo. No sé qué hacer con esto, con lo que siento, contigo.

lunes, 8 de marzo de 2010

I believe in miracles


La primera clase que te enseñan cuando aprendes un idioma es sumamente importante. Te explican cómo presentarte, cómo decir quién eres y de donde vienes. En este momento me gustaría decir: "Mucho gusto. Soy feliz".

Sé que la felicidad son instantes que vivimos de tiempo limitado, porque el polvo mágico siempre ha sido escazo y más ahora con tanto ahorro y racionamiento. Lo admito, me encanta ser feliz. Quizás he allí lo maravilloso de ese estado, que es corto y lleno de intensidad.

Y por las venas corre tranquilidad, la sensación de que todo existe para que cada día me impresione de las cosas ya vistas. Y agradezco, porque en esta vida hay que saber agradecer. Agradezco que los minutos pasen y que cada uno de ellos sea distinto al anterior. Son casi iguales, pero los segundos contigo se me hacen todos diferentes.

Gracias por los regalos pequeños. Por las frases que con sólo dos palabras me cambian el día. Gracias por las oportunidades. Incluso gracias por las peleas, porque sin ellas, no podría sentir tanta dicha.

Porque la vida es bella. Porque amo escuchar canciones y sentir que las escribieron pensando en nosotros. Porque disfruto sentarme a soñar con los pies en el suelo. Es exquisito. Es empalagoso. Es amor. No creía que los milagros le ocurriesen a cualquier persona, pero le pasó a la amiga de una amiga y ahora más que nunca estoy segura de que los regalos celestiales existen.