Viajero en el tiempo, si pudieses volver a los instantes recordados en el pasado, ¿qué harías? Seguramente cambiarías algo. Y si por cosas de la vida no tuvieses la capacidad de modificar el curso de las cosas, ¿a qué momento exacto retrocederías para refrescar los pensamientos olvidados?
Si yo pudiese, haría que los minutos tuviesen más segundos. Eso garantizaría que no quede en ese estado, el de ‘sólo querer hablar contigo’. Viajaría a otras situaciones para saber cómo reaccioné y compararía los impulsos y decisiones drásticas con el detenimiento actual.
Al reflexionar sobre la condición de uno y las relaciones interpersonales, reafirmo mi personalidad egoísta. Si pienso y luego actúo, me condeno a ser inconforme. Es cierto, nunca he llegado a sentir que es suficiente con algo. Mis barreras no son medibles en centímetros, ni cuadrados ni cúbicos.
Hoy agradezco las horas que confundo con segundos, no rinden cuando quiero hablarte. Hoy, al igual que ayer, vivo extrañándote. No reclamo, no eres responsable. Si pensara con la mente en frío y alejara -voluntariamente- al corazón, quizás no me hicieras tanta falta.
Estamos claros, ya sabemos que no sirvo para hacerme la distraída. No funcionan las ocupaciones, nada cambia. No te exijo, no me siento con la moral para hacerlo. No te pido más, porque en esa pausa mental que hago sé que estás dando todo lo que puedes.
Y sí, de a momentos quiero alejarme a estar sola. Estando yo, no tengo que tomar decisiones, no tengo que estudiar las variables de la ecuación. Sí, a veces me provoca no hablarte. Al callarme, el vacío se traga las palabras y tu no te enteras de las batallas internas que patrocino.
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