lunes, 2 de marzo de 2009

¿Hasta cuándo?


Notas, pensamientos, reclamos que voy rasgando en el papel. La ira, el irracionalismo y la dureza son las tres cosas que he optado por aplicarme a mí misma. Una batalla no armada, en la que un lado quiere defenderme y el otro hundirme.

Pero es que sigo engañándome y llego a una sencilla conclusión después de que me tildaran de 'malcriada'. ¿De qué puede servir el amor basado en falsas ilusiones? Andreina, grábate esa pregunta para hacer las cosas más simples. Al fin y al cabo, sentir algo así es sinónimo de cuestionamientos y sufrimientos que a veces son imperceptibles como los sueños que olvidamos, pero que siguen allí en nuestro inconsciente.

No vale ya de nada ser ilusa, es más bien un recordatorio para que cada vez que saboree el toque amargo de la desilusión recuerde no volver a caer. Aún así, sigo cometiendo el mismo error una y otra vez. Todavía tengo el descaro de decirme que no ha sido una equivocación, si no un aprendizaje. No sé si quiera estar dispuesta a aprender así.

El cansancio y el sueño se me han ido pensando en cómo hacer para olvidarle, en cómo hacer para convencerme de que él es parte de un mundo de fantasías. Invierto mis energías en aceptar que es un intruso que intenta invadir mi realidad supuestamente 'tranquila' y 'manejable'. Pero lucho contra mi terquedad porque no lo acepto, porque aún no termino de aprender, porque aún se roba mis horas de descanso, porque aún pienso en él.

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